CuerpoTecnico

En 35 minutos el rival había llegado  cuatro veces al arco de Camilo Vargas, con algo de peligro, e iba perdiendo por dos goles de diferencia. Le bastaron dos aproximaciones a  Santa Fe para hacer algo que no había logrado en 9 fechas: convertir dos goles en 45 minutos.

La memoria se remontaba al partido contra Envigado. El equipo tuvo 6 opciones manifiestas de gol, se fue al descanso perdiendo. Si  acaso rescató un empate. Fueron varios los partidos en lo que la falta pericia para concretar un ataque atentaban contra las victorias. Todo se reducía a una cuestión de centímetros y los famosos ‘si hubiera definido…’.

Para el clásico, Santa Fe cambió el libreto. Desde el principio le entregó el balón al rival, se resguardó en su propio terreno, esperó los ataques, acechante a cualquier descuido. Defendió, los primeros veinte minutos, muy cerca de Camilo Vargas, de ahí que cada aproximación del rival llevaba cierto peligro.

Durante 8 fechas, Santa Fe intentó (nunca mejor usada esta palabra) hacerse de los partidos a partir de una constante posesión de balón, para formular intentos de ataque. Los resultados, matemáticamente, no acompañaron con una seguidilla de empates, reconocidos como paliativos mínimos para la situación y la expectativa que se había generado.

Todo cambió. En cinco partidos, Santa Fe había anotado tan solo 5 goles. En 60 minutos convirtió cuatro. Y entonces, comienzan los cuestionamientos. Cuando Santa Fe procuró el ataque, mediante posesión y desarrollo favorable sólo cosechó magros resultados. Cuando esperó y contraatacó el resultado –parcial- favoreció. ¿La conclusión? Simple: sea que haya que atacar o intentar resguardarse la clave es, y siempre será, la efectividad.

Muchachos: hay que meterla. Las opciones se crean, acá es cuestión de convertir en los momentos justos, y saber mantenerse (cosa que al final se iba complicando).

Resultó revitalizante la victoria en un clásico desteñido por los groseros errores individuales y defensivos de ambos rivales. Más, si se tiene en cuenta la seguidilla de partidos que se vienen en Bogotá, donde calibrar el arco y volver a repetir la fórmula: cuatro opciones por tres goles, resulta ser, al final, la respuesta a los interrogantes.

No se puede caer en el lugar común de pedir apoyos y unidades efímeras. La cuestión es de estadística. De fríos resultados. Basta ver, que con una victoria Santa Fe ingresó a los 8 clasificados, ¿qué será si logra hilar tres victorias seguidas un algo de continuidad en el nivel de los jugadores claves?

Se viene un campeonato nuevo, donde el plantel y el cuerpo técnico tendrán que aprender a dar vuelta a situaciones adversas (que las habrá) y sobre todo sobreponerse a la presión de los que están al acecho esperando por un desliz para crear la camorra de siempre, ellos también están en su derecho.

Si preguntan, ¿Santa Fe debe salir plantear los partidos en el campo rival y hacerse dueño del partido y así ganar? Ó ¿Debe esperar y contraatacar a la espera de un día de iluminación de los delanteros? La respuesta es fácil: Santa Fe debe ganar y clasificar a los octogonales, después será otro campeonato nuevo. 

Por: William Rincón
Twitter: @wrincon