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Ni el más optimista de los santafereños se imaginaba el partido que iba a jugar Independiente Santa Fe en el clásico bogotano.

Los dirigidos por Wilson Gutiérrez sabían que disputaban más que tres puntos. Más que un partido, era el honor y la oportunidad de demostrar que la empatitis era algo pasajero.

El comienzo del partido no fue vistoso para el ‘expreso’, Millonarios controlaba el balón y generaba las opciones, convirtiendo en figura a Camilo Vargas que evitó la caída de su arco.

Santa Fe fue contundente, a los 26 minutos del primero tiempo llegó por primera vez y luego de un centro perfecto de Sergio Otálvaro, apareció Jonathan Copete para cabecear frente al portero Ramos y mandarla a dormir al fondo de la red.

La hinchada ‘cardenal’ no alcanzaba a terminar de celebrar el primer gol, cuando Copete repitió con la misma fórmula al minuto 31. Efectividad pura la de Santa Fe a esa altura del partido.

Con la tranquilidad del marcador y una sonrisa de oreja a oreja en la cara de los santafereños, se fueron los jugadores al descanso.

Era la noche de Santa Fe y faltaban más goles. Apenas se acomodaban en la cancha los equipos, cuando Omar Pérez aprovechó un error en la defensa azul y en una jugada de crack marcó el tercero.

Faltaría uno más, el de Diego Cabrera. Parecía increíble, Santa Fe que no hacía goles, goleaba a Millonarios y parecía que iba por un marcador histórico, una noche mágica, pero lo menos esperado estaba por venir.

El técnico Wilson Gutiérrez decidió mover el equipo y sacó primero a Yulián Anchico y luego a Omar Pérez. Una decisión que por poco le cuesta el partido.

Santa Fe se confió con el abultado marcador y los azules comenzaron a descontar. Como un ‘botellazo’ fueron llegaron los goles del rival, uno tras otro, hasta quedar 4-3.

Al final el ‘expreso’ terminó sufriendo, pero ganó que era lo importante. Finalmente los clásicos no se juegan, se ganan y eso hizo Santa Fe.

Foto: Marcela Méndez – @MarcelitaMendez

Los goles del partido

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