altEl análisis táctico que dejaron las dos primeras victorias de Santa fe.

Frente a César Vallejo y el Tolima, Camilo Vargas sacó largo en contadas ocasiones, no fueron más de 7 veces, en ambos partidos. Su primer pase, casi siempre, fue a uno de los cuatro defensores. Este intento de prolijidad en la salida es una muestra de lo que quiere el Santa fe de Arturo Boyacá: argumentar su juego desde la correcta tenencia del balón.

Desde lo táctico salir con pleno dominio de balón es un ejercicio más que valioso, el tránsito comienza con el pase del defensor al volante central, este, a su vez, buscó siempre a Omar Pérez, la virtuosa aduana del equipo, que usualmente le tiene un destino ideal al siguiente pase. 

Ahí, hay que sacarle espacio aparte a una apuesta del técnico: al poner un jugador como Seijas como doble 5, (junto a un recuperador, en teoría, más neto como Bedoya) se busca esa conexión con el argentino para que quede de frente al arco rival, no de espaldas como siempre ocurre con el juego largo y pueda poner en circulación los volantes exteriores para que desborden en busca de finalizar la jugada.

Y es una apuesta, digo, porque al colocar un jugador con mayor inclinación al ataque la obvia consecuencia es que la línea de 4 defensores se vea más expuesta al mano a mano con los atacantes del rival. Claro, se les abona tanto a Bedoya, como a su compañero varias recuperaciones y relevos importantes. Pero la movida de Boyacá es más que sobresaliente, ya que hace que el equipo asuma el protagonismo de los partidos y mantenga al rival más preocupado por recuperar el balón, que por atacar.

La prolijidad en la salida y la posesión fue reflejada en el primer gol frente al Tolima. La jugada nace con la recuperación de Francisco Meza (muestra, también, del riesgo de la apuesta) quien en vez de revolear conectó con Seijas, después de varios toques hacia adelante el balón le llega a Pérez en el costado derecho. De frente, con todo el mapa de la jugada, como siempre, hizo un delicioso cambio de frente para que Jonathan Copete desbordara.

Toda posesión ofensiva requiere de una gambeta, de un sobrepaso que le de claridad a la jugada, y eso fue lo que logró Copete con sorprendente habilidad. Pasó a su marcador centró atrás para la finalización de Óscar Rodas, que había arrancado la jugada por la derecha y la terminó en el centro del área pequeña, como se debe. Para este golazo se requirieron 11 pases y la participación de 7 jugadores diferentes. Creo, salió mejor de lo que la habrá diagramado el DT en el pizarrón.

Más allá de las jugadas puntuales, vale decir que el equipo está logrando una concepción de juego basada en los pases cortos, seguros y bien administrados, características que vienen trabajando desde el semestre anterior, desde aquella accidentada asunción de Arturo Boyacá. 

Resulta arriesgado decir que se está logrando una identidad de juego, con tan solo dos partidos oficiales jugados, pero es claro que hay factores comunes, conceptos claros y entendimiento de parte de los jugadores de lo que quiere el cuerpo técnico. Estas premisas son siempre la cuota inicial de una posible ilusión argumentada.

Ahora, resta lo más complicado: mantener la idea de juego, más allá de los nombres y sobre todo los resultados. Los jugadores van y vienen (ejemplo Seijas), lo vital es mantener el estilo que de a poco se está intentando afianzar. Valga decir algo sustancial: el técnico ya tiene el equipo, los nombres, algo vital en un torneo corto.

Es necesario recurrir al lugar común y decir que falta mucho y que hasta ahora van dos partidos jugados. Pero también hay que resaltar que existen certezas futbolísticas (no así diligénciales), terrenos ya recorridos y bien abonados, que deben refrendarse partido a partido. Porque la identidad de juego debe estar por encima hasta de los resultados. 

Es imposible jugar con tal superioridad, como la de los primeros 45 minutos ante Tolima, siempre, pero si es una bonita obligación intentarlo.

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