SeijasLeider

El fútbol y yo hemos pasado por muchas etapas, muchas vivencias, muchas complicaciones y demasiadas alegrías, pero hoy es un día diferente que muchos no entendieron y no entenderán.

Desde muy chico y apenas supe que tenía uso de razón sabía que iba a “morir” por el fútbol, por sus jugadas, sus jugadores, sus equipos, y a su vez entendí que mi equipo sería Independiente Santa fe, no porque fuera un campeón imparable como el Real Madrid o el Manchester, o porque tuviera las figuras más grandes del fútbol suramericano (aunque muchos insignias de todo el mundo vistieron sus colores), lo supe porque me identifiqué 100% con el color, con la vida, con la lucha para conseguir algo, con esperar hasta el último momento para recibir lo que se desea, etc., las razones son inimaginables.

Así crecí y así viví, esperando mucho tiempo pidiendo a unos y otros que me llevaran al estadio, esperando el momento exacto en que “ya me podía defender solo” para ir a ver a mi equipo adorado.

Hasta que llegó por fin ese año, 1995, 1996, cuando con un tío conseguí ir al estadio cada 15 o 20 días y mi amor creció, y se hizo fuerte, y siguió creciendo y entendí que era “santafecitolindo”, y entendí quienes eran “los Saltarines” y conocíabuelos de “Los Mismos de Siempre”, y supe cual era el 11 que jugaba ese día, y vi la buseta del equipo por las calles, y recorté cuantos periódicos salían con un articulo del rojo y en todo eso aprendí que es ser un León!!.

En ese entonces, “nació” para Santa Fe un niño, como yo, un poco mayor, con 18 o 19 años, no estoy seguro, entró a jugar y marcó 2 goles en clásico, los celebré y me grabé su nombre: LEIDER CALIMENIO PRECIADO, el número 23 que no tenía pelo y era tan flaco que no entendía como le pegaba tan duro al balón, esa noche salí contento con un 2 – 2 en el marcador pero hasta ahí quedó el nuevo jugador, así fueron pasando partidos y el mismo 23 seguía haciendo goles y yo seguía cantándolos, comenzaba esa camiseta 23 a ondearse por todos los estadios del país, las tribunas sonreían cada vez más con una celebración que dio motivo hasta para una canción; y era así como ese niño y yo crecíamos “juntos” uno en la tribuna y otro en la cancha.

No miento, porque las estadísticas están, ese niño se volvió adulto y todos los arqueros le temían, a todos los arqueros enfrentó y a todos les ganó, salió goleador, fue a Europa, fue a un mundial, allí también marcó, conoció otros equipos y salió goleador, y cada que volvía me daba todas las alegrías que un hincha necesita, un gol, y fue así como celebré tanto que él se convirtió en mi ídolo, además en el segundo goleador histórico de un equipo de 71 años y yo estuve siempre ahí, para gritar sus goles y decir: ” Siempre tu Leider, siempre tu”…

Hoy, ad portas de tu despedida, no podía quedarme callado, sabiendo que aunque no lo sepas, muchos entre ellos yo, crecimos contigo cantando goles a diestra y siniestra, de cabeza, con la surda, con la derecha, de penal, tiro libre, de rebote, con la espalda, con la barriga, cayéndose, vi goles de tantas maneras que no me alcanza el papel para escribirlo.

Este sábado, miraré por última vez ese 23 corriendo en el Campin, ese 23 que nadie ha podido llevar más alto, y con lagrimas en los ojos y la voz entrecortada quiero darte las gracias, gracias negro por ser Santa Fe, gracias Leider por tanto, gracias por quitarme la voz cada domingo cantando goles, gracias eternas por sentir este escudo tan inmenso, gracias por esas lagrimas de alegría y también de tristeza al frente de la barra, arrodillado inconsolable, gracias por celebrar con un dedo en la boca pasando por la norte en un clásico, gracias por quedarte en esta casa que siempre será eso, tu casa, donde naciste, creciste y te hiciste el mejor goleador de mi vida.

Por: Sergio Rojas
Twitter: @Akdmialex