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Con lagrimas, pero de alegría, Agustín Julio y Léider Preciado se despidieron del fútbol profesional ante la hinchada que los consagró como ídolos ‘cardenales’.

Pocas veces en la vida se pueden despedir ídolos, y esta vez a los santafereños nos tocó a dos al mismo tiempo. Con banderas, cánticos y aplausos, se vivió la fiesta en El Campín.

Desde temprano largas filas se vieron a los alrededores del ‘coloso de la 57’, para no perderse un segundo de este partido que quedó en la memoria de todos los hinchas, y no precisamente por el resultado. A las 3:00 de la tarde abrieron puertas y las graderías de El Campín se fueron llenando poco a poco.

La Guardia Albi-Roja Sur como siempre agradeciéndole a Léider por sus goles al rival de patio y el estadio completo coreando los nombres de Léider y Julio.

Fue la oportunidad para ver a Agustín Julio fuera del arco y hasta marcando un gol. Quizá este fue el momento cumbre del partido. Julio anotó y en su celebración se le salieron las lágrimas, aunque no fue al único, en las tribunas, hasta los más grandes hicieron lo mismo.

Léider también marcó su gol y lo celebró con la curva sur de El Campín, haciendo el tradicional pasito ‘Tun Tun’.

Al final la victoria en la cancha fue 3-2 para los amigos de Léider Preciado, pero ganó Santa Fe, ganó la historia y ganó la afición que se deleitó con la presencia de grandes jugadores que dejaron huella en la institución.

Ahora Léider seguirá entrenando a los niños de las divisiones menores del ‘expreso’ y Agustín Julio desempeñando su papel de gerente deportivo.

Simplemente nos queda por decir: ¡Léider y Julio, ETERNOS!