Alguna vez un novio, entre lágrimas, le dijo a su pareja que si estaba condenado a ser un recuerdo, haría lo imposible por ser el mejor de todos. ¿Y quién le puede quitar a usted un buen recuerdo? ¿Quién? ¿Quién le puede sacar esa sonrisa socarrona que se dibuja cuando de repente llega a su memoria ese momento que lo hizo feliz?

Condenados como estamos cada vez más a ser efímeros, el señor Wilsón Gutiérrez se convirtió en el mejor recuerdo para Santa Fe. En la mejor historia para contar. En esa anécdota que unirá a padres e hijos por muchas generaciones. A fuerza de silencio, trabajo y sobre todo de sensatez el bogotano que fue canterano, hincha, jugador, formador, técnico y campeón, el 13 de mayo de 2014 decidió dar el siguiente paso: ser Leyenda.

Permítame apreciado lector usar la primera persona (y discúlpeme): es que Wilsón Gutiérrez cuando lloró, levantó su trofeo y gritó al cielo “papá lo hicimos”, siendo campeón, aquel bendito 15 de julio de 2012, en realidad no era Wilsón Gutiérrez, en realidad era William Rincón.

Sí era yo. Ese que de niño salía a la calle a patear un balón gritando que era Óscar Upeguí, -aquel rústico central que tenía más ganas que capacidad-. Era yo, el joven que ahorraba hasta el último centavo para ir al estadio el domingo. Era yo, el profesional que veía como Santa Fe se autodestruía por décadas y aún así tenía esperanza y cada lunes hablaba (habla) con su viejo esperando decir ‘papá lo hicimos’. Wilsón Gutiérrez era yo, ese que de niño era hincha, de joven soñador y de viejo profesional.

Y usted apreciado lector tendrá derecho a sonreír. Decir que los recuerdos y las reminiscencias son cosas de nadie. Que actualmente sólo vale ganar. Que los ciclos, como aquel noviazgo, están para terminar. Que Santa Fe es un privado, una empresa que está para generar ganancias, lograr victorias y victorias. Que Santa Fe es un privado que por la enajenación que vivimos está obligado a jugar bien siempre. Y tiene razón. Desde hoy tiene toda la razón.

En este fútbol de hoy sólo se concibe ganar (sin importar cómo) porque Dios no lo permita nos pueden hacer un meme. En este fútbol, que se juega de lunes a domingo dónde y cuándo lo disponga la pauta y la TV, ya de nada vale un ‘papá lo hicimos’. Sólo vale seguir ganando, seguir produciendo, seguir sacando diapositivas de Power Point con balances y victorias, como cualquier empresa de lácteos.

En este fútbol de tuiteros e histeria era justo que Wilsón Gutiérrez dejara de exponerse al domingo a domingo. A ese ‘crítica constructiva’ de todos los que ensimismados creen –inocentes- que Santa Fe tiene alguna obligación con ellos. Era tiempo que Wilsón Gutiérrez dejará de ser la comidilla de los periodistas que traicionan hasta lo creen por audiencia (pauta), para convertirse en lo es y siempre será: histórico.

Y podría gastar líneas, y se preciado tiempo lector, recordándole al Gutiérrez capitán cuando Santa Fe era un barco a la deriva. O desgastarme intentando recordarle que cuando llegó a Santa Fe en 2011 el equipo tenía 8 puntos, no tenía patrocinios y simplemente esperaba lo peor. Pero ¿para qué? Si usted acertadamente responderá que “la vida sigue”, que los recuerdos son para los románticos, que hay que seguir produciendo. Seguir ganando.

Permítanme otro abuso en este texto. Una líneas para una leyenda: Claro, señor Gutiérrez usted cambió la historia de esta institución, así a muchos les pese usted cambió el rumbo de esta empresa. Usted, de acá en adelante, la obligó a ser ganadora, fría y productiva. Usted se levanta de la silla y atrás queda un mural gigante que dice, ‘manténgalo si pueden’, como en La Estrategia del Caracol.

Usted nos jodió, señor Gutiérrez. Nos jodió como aquel amor que de vez en cuando se apodera de nuestros recuerdos y nos saca una sonrisa de felicidad. Nos jodió, señor Gutiérrez y le agradezco eternamente por eso.

Por: William Rincón – @wrincon