RodasChico

Estimado lector, antes de que usted siga leyendo, debo advertirle algo para que decida si es pertinente o no continuar con estas líneas hasta el final. En ellas no encontrará crítica alguna contra la actuación del equipo, no las voy a utilizar para hablar del flojo partido de Omar Pérez, de la irregular presentación de Roa ni del discreto debut del debutante Urrego.

Tampoco creo que se justifique mencionar nada sobre lo frágil que lució Acosta, la falta de distancia inicial de Bedoya, mucho menos referirme al par de dudas de Vargas para salir a cortar jugadas del rival y tampoco hablar de Rodas y Cabrera quienes parecían estar disgustados con el balón cada vez que les llegaba a sus pies.

Yo prefiero hablar del Santa Fe que convocó unos 12.000 aficionados a las tribunas y que a pesar del receso por las jornadas de eliminatoria, salió sabiendo que no servía otro resultado distinto al triunfo.

Santa Fe, a pesar de no hilar jugadas de más de 3 pases seguidos luchaba cada balón, fue un equipo que supo aguantar los momentos en los que el rival presionó y tuvo en un inspirado Copete a su mejor hombre del partido. En especial su desborde en la primera parte a Sarmiento, al que incluso sustituyeron para la parte complementaria, su claridad con el balón y se regate hicieron que ese primer gol no se viera tan lejano y que el equipo se acercara con algo de peligro.

Rodas tuvo una opción muy clara que tapó Bonilla, retrocedió cada vez que se hizo necesario contar con su apoyo en labores defensivas y su respaldo constante generó que el Boyacá Chicó dejara de buscar atacar por la banda en la que él estaba.

Cabrera corrió en el primer tiempo, buscó desmarcarse siempre, es un jugador generoso que se muestra siempre como una opción cada vez que alguno de sus compañeros levanta la cabeza buscando a quien entregar el balón o con quien hacer una pared, estuvo cerca de hacer un gol de ‘crack’ pero la bola pasó raspando el horizontal.

Mención especial merece el estandarte del cuarteto defensivo. Julián Quiñones, quien a pesar de su juventud juega con galones de general, hombre de mil batallas, y cuya seguridad se transmite a sus compañeros y a la hinchada en general quien lo ve como una garantía en la retaguardia del equipo.

Lo de Omar Pérez merece un capítulo aparte. Acusado por muchos de no ser el hombre lúcido de otras jornadas, el argentino decidió optar por un rol de gladiador, de buscar recuperar el balón cada vez que el equipo lo perdía, su labor de destrucción resultó muy eficiente y aunque resultaba extraño verlo ejerciendo casi que de «6», de sus pies salió de nuevo el pase gol del partido.

Corría el minuto 61 y la ansiedad aumentaba en la tribuna, Mario Gómez estaba a segundos de ingresar. En ese momento ‘el pelado’ cobra un tiro de esquina al primer palo y se encuentra al boliviano adelantándose a su marcador para poner el tanto que al final representaría la victoria definitiva. Un tanto que Cabrera celebró a rabiar y que le da a Santa Fe sus primeros tres puntos.

A partir de allí, el cuadro visitante mueve sus piezas, Gamero decida incluir a Juan Pérez quien en un par de jugadas llevó algo de zozobra al área cardenal.

Desde la banca cardenal responden con el ingreso de Mario Gómez por Cabrera quien no solo se encarga de generar la expulsión de Mostacilla, también ayuda a controlar el balón y administrar el tiempo restante. Rodas, que lo había dejado todo en la cancha, sale y le deja su lugar a Salgado que tuvo oportunidad de mostrar su calidad en un par de jugadas y con el que el equipo ganó más en marca.

Los últimos minutos transcurrieron sin mayores sobresaltos, con el equipo tocando el balón y esperando el pitazo final del árbitro Luis Sánchez, que como dato curioso, contradijo tres veces a su hombre de línea de oriental.

Es cierto, Santa Fe no jugó bien, el equipo parecía regresando de pretemporada, la puntería falló en jugadas clave y el nivel de varios jugadores estuvo lejos de aquel al que no ha habituado durante este semestre.

A pesar de lo anterior yo prefiero quedarme con la satisfacción de ver a un equipo que terminó jugando con 8 canteranos, que superó ese escollo que siempre representa el primer partido, al que vi corriendo durante los 90 minutos, al que se le sigue notando como un grupo unido, que superó las ausencias importantes que tenía  y que supo manejar los momentos del encuentro.

Con el paso de los partidos será posible exigir un poco más de fútbol, seguro aparecerán las individualidades e incluso podremos ganar más tranquilamente, pero ¿cuantas veces haciendo un mejor fútbol nos hemos quedado con las manos vacías? Sí, Santa Fe no goleó, no gustó, pero ganó y en estas instancias eso es lo que importa.

Por: Julián Pérez Mujica
Twitter: @jupemu