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Para nadie es un secreto que el fútbol moderno se ha vuelto toda una corporación. Lo lucrativo del negocio lo hace ver como una verdadera empresa que actualmente es muy difícil desbaratar. Teniendo en cuenta esto, los equipos modernos tratan de hacer que su equipo sea eso, una buena empresa.

Santa Fe no es ajeno a esta realidad. Como todos los equipos del mundo divide sus ingresos en publicidad (donde se incluye derechos de TV y patrocinadores), pase de jugadores y entradas al estadio. Bajo esta división el negocio se ha vuelto una butaca de tres patas cuyo equilibrio depende del éxito del equipo. La división de estos ingresos es directamente proporcional a las buenas campañas que pueda hacer un equipo de fútbol. 

Dichos ingresos pueden ser aportados en gran parte bajo la gran motivación del ultimo legado del fútbol antiguo (mítico y romántico): el hincha, este personaje que más allá de las malas campañas o de que no se tengan buenos jugadores ha aprendido a amar una institución. 

Santa Fe cuenta con estos personajes que la emoción les sobrepasa la razón por ver a su equipo personalmente. Las cifras nos muestran que son entre 5.000 y 7.000 cada fecha en El Campín. 

Se podrá decir que son más, que como quedó demostrado entre el 11 y el 15 de julio de 2012, podrían ser millones alrededor del mundo, pero solo entre 5.000 o 7.000 son los que están aferrados a un cariño tan intenso que valdría la pena decir que el último título es de ellos.

Aunque injustamente no se reconozca esta labor y aunque toda una ciudad lo celebre, solo una cantidad específica de Santafereños saben que no necesitan excusa, que no ven ninguna barrera para, sí es posible y sin llegar a extremismos, puedan acompañar fielmente a su equipo.

El pasado 3 de agosto la revista Dinero, publicó un corto artículo acerca de Santa Fe. “¿Estrella bursátil?” era su título y hablaba de los buenos comportamientos financieros que tuvo el equipo especialmente durante el último semestre. A parte de presentar cifras muy interesantes y históricas para el laureado león, llamó la atención el hecho de que se afirmara: “También las asistencias repuntaron: solo la final, en Bogotá ,superó los $2.000 millones y, de 780 abonados, el equipo pasó a 8.000 y espera para el torneo que está empezando llegar a 15.000…”. Sin embargo, más sorprendente fue ver como de los 15.000 abonados que se esperaban probablemente hoy apenas se supera el 10% de esa cifra. Todavía más sorprendente y triste es que hasta ahora no haya una asistencia de 15.000 cardenales en el estadio.

La misma historia de los últimos años volvió a montar sus tintes grises de gradas vacías aún teniendo titanes históricos en cancha que valga decir, tuvieron la gallardía de creer en el equipo por convicción y no por dinero. Los mismos fieles de cada 15 días se hicieron presentes esperando por lo menos los 40.000 que se abarrotaron en la final, para no hablar de los 80.000 que trataron de comprar boletas y tampoco los 200.000 que celebraron el título en toda Bogotá. 

Una gran hinchada, brillante por su ausencia, cada vez más común, respondió a un título como el personaje más desagradecido y prefirió una vez más esperar en casa a que otra gran final toque la puerta para ahí si ser hinchas presentes en las buenas.

Es claro que frente al panorama desolador de los hinchas no se puede seguir escudando la baja asistencia en cualquier excusa, teniendo en cuenta que dentro de “cualquier excusa” no está dejar de comer, ni de trabajar, entre tantas otras. 

Es claro que más allá de las dificultades que puedan tener los hinchas, existen algunos que no comparten la misma convicción. Y pensar que después del árduo trabajo de páginas web, dirigencia y jugadores, existan todavía quienes quieran agrandar el sentimiento mezquino que ha acompañado la hinchada santafereña. 

Al hincha se le necesita en el estadio, no porque sea una cifra, sino porque es un pequeño motor de emociones que contagia a su alrededor, que mueve todo lo que es un club de fútbol, que le brinda con un pequeño aporte bienestar a una institución, a un nombre. 

Como hincha se debe ser consecuente al cariño que se siente por un equipo y se debe hacer como se hace con cualquier otra cosa que se estime: mediante acciones. Sin dichas acciones el sentimiento no puede ser visto, no puede ser demostrado. 

El pedido no es llenar estadios, es solo una pequeña demostración de importancia sobre todo si de antesala hay jugadores llenos de sacrificio y gloria, decididos a vivir una camiseta con las mismas ganas que la podría vivir hasta el mejor hincha del equipo. 

Finalmente, es pertinente tener en cuenta que la dirigencia sigue sin actualizar su área de mercadeo, sigue apostando a campañas baratas que se han vuelto repetitivas y que siguen sin aportar resultados, pero al mismo tiempo hinchas desinteresados sueñan con el retorno de todos los cardenales al estadio promoviendo la asistencia mediante proyectos que están a la vista de todos con videos, concursos y viajes. 

La idea principal de esta columna más allá de pedir una vez más asistencia al estadio, es que entre los hinchas seamos propulsores del bien del equipo y no destructores. No puede ser posible que bajo una opinión (valida) de no ir al estadio se aliente a otros a hacer lo mismo ya que esto solo daña el sacrificio de aquellos que si van al estadio y esperan un cambio en el equipo en temas cruciales como su manejo de la publicidad y el mercadeo. 

Se tiene que seguir apostando cada vez más a llevar los amigos y la familia. Más allá de que se les categorice como “clasiqueros” es hora de que no se sientan ofendidos y aprovechen la coyuntura para ir siempre que puedan. Después de todo siguen siendo campeones.

Por: Andrés Morales
Twitter: @afmoralest