FiestaSF

Había esperado tanto este día que cuando llegó realmente no sabía qué hacer. Tenía planeadas muchas cosas: llorar, reír, abrazar, cantar, saltar, dar gracias. Tanto para un momento mágico.

Hoy, luego de la fiesta y la euforia, siento la necesidad de escribir, poner en palabras aquello que parece indescriptible. 

A quien me lee, quiero que sepa que esta odisea no comienza con la fila interminable de 26 horas que tuve que aguantar para conseguir una boleta para la final; esta espera y el deseo de ver a mi Santa Fe salir campeón comienza desde que tenía ocho años.

Recuerdo perfectamente mi primer día en el estadio. De la mano de mis tíos estaba ahí viendo a uno de mis grandes amores, mi Independiente Santa Fe; Así fue pasando el  tiempo, entre alegrías y tristezas, pero sobre todo mucha ilusión y mucha fe.

Esperaba ansiosa los domingos para verlo jugar. Si me portaba mal en el colegio, mis padres me castigaban no dejándome ir al estadio. Ellos sabían que me dolía el corazón ver a santa fe por televisión teniendo la posibilidad de ir a verlo en vivo y en directo. 

Cómo olvidar las filas interminables, canciones tarareadas en el colegio, en mi casa, con mis amigos…fuera donde fuera yo tenía presente siempre a mi equipo. Todos me conocían mejor como Laura, la niña hincha de Santa Fe.

Cada Domingo rezaba porque no perdieramos, porque la «montada» en el colegio no era facil de aguantar; si ganabamos todo era alegría y se podía alardear de la victoria, si perdiamos había que aceptar los comentarios satíricos y burlescos. Sin embargo eso no importaba…cada ocho días volvía la fe.

Son muchos años de espera, muchas emociones y sensaciones. Muchos gritos de gol, pero sobretodo muchas lagrimas, esas que sólo entendemos los santafereños y que salen de lo más profundo del alma y el corazón.

Nunca olvidaré la final contra Nacional, un gol,dos goles, apagué el televisor y me encerré en mi cuarto a llorar.

De mi memoria no sale el zapatazo de Wilder Medina que nos aguó la fiesta al minuto 90. Ni el partido aplazado por lluvia contra el Once Caldas que también nos quitó el grito de campeones.

Pero el domingo fue diferente. Las lagrimas que salían desde lo más profundo de mí eran de alegría, y ¡qué bien se siente llorar de felicidad!.

Recordé que Santa Fe es más que once hombres corriendo detrás de un balón, Santa Fe es pasión, es esperanza; Santa Fe es una herencia de generaciones pasadas.

Soy santafereña porque mi familia así me lo inculcó y hoy le doy gracias a ellos por haberme generado esta pasión.

Ya tuve la fortuna de ver a mi equipo campeón. Tuve la alegría de abrazarme con mis seres queridos y con lágrimas en los ojos gritar: ¡Santa Fe CAMPEÓN!. Logré sentir con esos abrazos que el grito de campeones había estado esperando salir durante muchos años. 

Hoy le doy gracias a la vida porque me dio la fortuna de ver a mi equipo alzar la copa. Hoy le puedo decir a quien me lee, que Santa Fe no es un equipo ni una institución; Santa Fe es una familia y más de 40.000 almas cantando el domingo me lo demostraron.

Hincha santafereño: celébralo y cántalo. Hoy tenemos bordada la séptima estrella, hoy quedan enterrados 37 años de sequía.

Ya podemos gritar: «palo, palo. palo, palo bonito, palo eee, eeeee, eeeeee, eeeee, ¡¡¡SOMOS CAMPEONES OTRA VEZ!!!

Por: Laura Patiño
Twitter: @lauracpt