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Foto: Terra.com.co

Corría el minuto 83 y Germán Centurión salió disparado al centro del campo para evitar que Sergio Galván ingresara por Yulián Anchico, que estaba resentido en ese momento. Mientras que el 9 entraba por el 20, Óscar Rodas, desesperado, buscaba la respuesta del técnico para saber si tenía que ubicarse como volante por la derecha.

El partido estaba 4-0 y el rival, Botafogo, lo único que esperaba era que el juez se apiadará y pitará el final del juego. Rodas, con dos goles convertidos (el segundo: una genialidad) había corrido a los centrales rivales, hecho diagonales en ambas direcciones y en ocasiones relevado al volante por la izquierda. Aún así, se vistió de volante por la derecha y recuperó dos balones.

Pequeños detalles. Pequeños momentos que marcan el nivel de compromiso de una nomina que entiende la circunstancia que está viviendo. Los jugadores han ido edificando un presente impensado a principio de semestre con argumentos futbolísticos y sobre todo anímicos.

En principio, Botafogo se antojaba un escollo más que complicado y a pesar del resultado lo fue. Santa fe, en la ida, dio una demostración de certezas: le quitó el balón, lo manejó a su gusto y por momentos redujo al rival a su mínima expresión. En la vuelta, con el marcador a favor entendió que el objetivo era buscar la tranquilidad temprana. Literalmente lo arrolló, sacó una beta de la espalda de los volantes brasileños. Presionaron la salida, desbordaron y, sobre todo, convirtieron.

En el minuto 10, Jeferson, el arquero, aprovechaba un ataque de sus compañeros para estirar. Ya tenía dos goles adentro. Imantados (y hasta sorprendidos) por la rápida ventaja los rojos le entregaron posesión y terreno a los brasileños, que se tomaron la banda derecha, aprovechando la mala noche de Bernal y la falta de relevo de Anchico. Desperdiciaron 4 opciones claras (una debajo del arco. El que se lo perdió no parecía brasileño) y sufrieron con la novel efectividad cardenal. El autogol fue la sentencia de la noche. El resto fue divertimento y compromiso…

El reto es Vélez, el mejor equipo (ojo equipo) de Argentina actualmente. Con una nomina consolidada, que lleva jugando casi tres años junta. El vigente campeón gaucho tiene cómo ser definido en una sola palabra: sólido.

Ahora, ese no es el único desafío que tiene Santa fe. No hay que obnubilarse por el brillo de la Copa internacional. Resulta necesario hacer un acto de contrición y poner varias monedas en el torneo local, donde, hoy por hoy, los resultados acompañan más que el propio rendimiento en los partidos.

Jugar una Copa internacional es casi sinónimo de disfrute, mientras que el torneo local es una pesada obligación. El rojo tiene un compromiso real: clasificar a los famosos play offs, al tiempo que tiene un premio.

No hay que olvidar que a causa de los malos resultados del primer semestre estamos más que lejos de disputar una entrada a torneos internacionales el próximo año. Sí la institución quiere seguir disfrutando de fiestas como la vivida ante Botafogo (o contra Deportivo Lara el año pasado) hay que afrontar con seriedad el torneo local. Sí, pensando en título.

Resulta irrelevante si los rivales aplazan partidos o se aprovechan de la situación. En junio se sabía que esto podía ocurrir. Hoy, a fuerza de resultados el equipo está entre los 8 mejores del continente y tercero en el rentado colombiano, toda una demostración.

Es tiempo de certezas y no de ilusiones. Es tiempo de calma. Cada jugador tiene que entender que su objetivo no es Vélez, ni salir campeón hoy: Su objetivo es dar todo en el siguiente entrenamiento, en el siguiente cambio, en el siguiente partido. No hay que darle ni un centímetro a la efervescencia (producto de la venta de humo), ni a la irrupción de periodistas pidiendo ‘dobles coronas’, con la verdadera intensión de desestabilizar un trabajo que se viene haciendo juiciosamente, pero con altibajos.

Los jugadores están corriendo un maratón que por ahora está lejos de su sprint final. En el fútbol las batallas se ganan en octubre o noviembre, pero las guerras se ganan en diciembre. No hay duda, hay argumentos futbolísticos, hay compromiso, hay ganas como para ilusionarse, pero todos tenemos que dar un esfuerzo más, como Rodas en el minuto 83 ganando 4-0.

Por: William Rincón. @wrincon