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En enero de 2011 la situación de Santa Fe era relativamente parecida a la actual. Estuvo a 90 minutos de clasificar a la final del campeonato, tenía una nómina, y sobre todo, un estilo de juego sólido, que sin dudas merecía algo más.

La diáspora fue inevitable. Sin patrocinio, sin ventas efectivas y con un amplio déficit económico, un gran porcentaje de la laboriosa plantilla de jugadores tuvo que emanciparse a otros equipos. De los 14 jugadores que estuvieron ese maldito 12 de diciembre de 2010, sólo 6 permanecieron para afrontar el primer torneo de 2011.

El resultado: puesto 14 con 21 puntos, con técnico interino, formación plagada de jóvenes de la cantera y cerrando la participación en silencio en el estadio Luis Carlos Galán, de Soacha. Después, llegó el segundo semestre, donde se recogieron –accidentalmente- los frutos de un trabajo serio, como el de Arturo Boyacá, luego, acertadamente manejado por Wilsón Gutiérrez.

Cerca, otra vez el equipo quedó cerca en el segundo semestre. Y tengo que reconocer (y redactar en primera persona) que supuse que la diáspora se iba a repetir en este 2012. Los rendimientos y la proyección de varios jugadores, sumado a la participación internacional, más la incertidumbre económica que reinaba, daba pie para esta conjetura.

Lejos de eso. De los 14 jugadores que enfrentaron a Once Caldas en la segunda semifinal 3 salieron de la institución (Bernal, Valencia y Quintero). Esa continuidad en la nómina es el mayor refuerzo que los directivos de Santa Fe le pudieron brindar la institución. 

Y es que, en un torneo (y fútbol profesional) caracterizado por la irregularidad en su nivel y desarrollo, la estabilidad y la congruencia no es común denominador, por el contrario es un oasis en el desierto. Por eso, valoro la gestión realizada por la directiva cardenal en este sentido. No debió ser sencillo mantener una plantilla, que por su calidad tuvo bastante demanda.

El esfuerzo realizado desde la parte directiva debe ser ponderado a nivel deportivo, en la cancha. La exigencia, más allá de resultados, para el equipo se debe centrar en la consolidación de un estilo de juego, que mantenga los valores del semestre anterior: rápidas transiciones de defensa a ataque; posesión inteligente de balón; desborde por los costados –principalmente el derecho-; los tándem entre laterales y volantes; y la destacada efectividad ofensiva.

Además de mantener y potenciar estos valores hay que mejorar los puntos flacos: la defensa ante las jugadas de juego aéreo, tener más alternativas cuando el rival se cierra, sobre todo en Bogotá; el relevo en las marcas para prevenir los desbordes –principalmente en la banda izquierda-; mejorar la captura de rebotes; y, por favor, marcar cuando se esté atacando (clave para prevenir los goles de contragolpe).  

De los jugadores que llegaron –algunos volvieron- hay que decir que tienen consolidación en el mercado colombiano. Varios de ellos tuvieron participaciones destacadas en otros equipos (caso Luis Carlos Arias), otros llegan a demostrar su potencial. Y los que vuelven tienen una responsabilidad mayor ante el grupo y la hinchada, porque tienen que retomar al nivel que supieron lograr en Santa Fe y no pudieron refrendar en otras instituciones. 

A los refuerzos hay que darles compás de espera prudencial, pero su obligación es aportarle a la base ya consolidada, brindando alternativas y soluciones a las deficiencias mostradas.

Exigir victorias, y hasta título, desde las primeras fechas es entrar a un berenjenal que poco aporta. Claro, la necesidad y la cercanía de temporadas anteriores incita a eso, pero la realidad y la expectativa no deben ir más allá del siguiente partido, para los hinchas; y el siguiente entrenamiento para los jugadores. Si algo ha aprendido Santa Fe los últimos años es que, todo cambia en cuestión de segundos.

Los directivos, en el fútbol, con sus decisiones envían respuestas. Hace un año bajaron un mensaje simple: vamos a intentar sobrellevar esta situación. Este semestre con patrocinio, refuerzos de calidad y sobre todo una nómina sólida dicen: allanamos el camino en el escritorio, es tiempo de responder en la cancha.

Por: William Rincón
Sus opiniones las recibo en twitter: @wrincon
http://pordeciralgoindividual.blogspot.com/

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