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Recuerdo que hasta hace un año, cada vez que me preguntaban de qué equipo era hincha respondía siempre de la misma forma: “De Santafecito Lindo”, frase que generalmente iba acompañada de un gesto de resignación en mi cara que significaba “sí, ese equipito que una vez fue grande pero que no es campeón hace casi cuatro décadas”.

Eso cambió desde ese inolvidable 15 de julio de 2012 cuando el equipo consiguió su esquiva séptima estrella. Desde entonces cuando me preguntan de qué equipo soy hincha, respondo: “de Independiente Santa Fe”, frase que generalmente va acompañada de un gesto de orgullo en mi cara que significa “el primer campeón del fútbol profesional colombiano, vigente campeón de la Superliga Postobón y uno de los mejores de la Copa Libertadores de América, ¡carajo!”.

No sé si a usted le pasa lo mismo, pero hablando con otros hinchas sobre el tema he encontrado que varios están de acuerdo con que cambiemos nuestro lenguaje, la forma en que nos referimos al equipo. Porque el Santa Fe de hoy en día es muy diferente al que tanto nos hizo sufrir en años anteriores. Es un equipo con categoría, orden y figuras que merece mayor respeto por parte de sus hinchas.

Yo sé que “Santafecito Lindo” es una forma cariñosa de referirnos al equipo que tanto queremos. Pero creo que al utilizar ese diminutivo estamos reduciendo esa aura de gloria que debe coronar al equipo cuando está desempeñándose tan bien como en esta era, la Era del Profe Wilson Gutiérrez.

Miren por ejemplo a los hinchas de equipos grandes en el mundo. Ellos no se refieren al “Barcelonita”, al “Real Madridcito”, el “AC Milanito” o el “Bayern Munichito”. ¡No!. Ellos hablan de sus equipos con una reverencia que está a la altura de los logros deportivos conseguidos por sus escuadras.

En cambio, es común en Colombia oír hablar de “Millitos”, “El Tolimita” o “La Mechita”, para no ir muy lejos. ¿Lo ven?… Son formas burlescas y lastimeras de referirse a los equipos de fútbol que no le dan motivos de orgullo a sus hinchas de manera muy frecuente.

¿Les parece entonces? ¿Mandamos el “Santafecito Lindo” al baúl donde enterramos todas nuestras frustraciones y lágrimas el pasado 15 de julio?…

Por: Hernán Restrepo
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@hrestrepo